Adriana Duarte Bencomo, Comunicadora Social – Venezuela
Amazonia es muchas cosas vivas, muchas cosas en transformación, muchas cosas gritando al mismo tiempo, mucha Madre, mucha vida, mucho hembra, mucho mujer…
Por las venas del río más grande de mundo fluye el deseo desenfadado de eliminar el bosque por el dinero; fluye este virus pandémico no se sabe ni cómo, ni por dónde, llegando a comunidades indígenas donde es realmente letal…
Fluyen cada día más animales, más verde, más agua, más bosque, lluvia más lluvia, capibaras, onzas, macacos, aulladores, aves, tucanes, patos, aves blancas pequeñas, medianas, inmensas; golondrinas centenas, millares; aves amarillas, azules, sonidos, cantos…
Fluyen los Waraos, nómadas de siempre, etnia venezolana que viene desde la costa del Mar Caribe caminando estos suelos, elevando el rostro en busca de moriche…
Fluyen los pasos de la migración venezolana, ríos de mujeres, con sus hijos, con familia, embarazadas, mujeres con nada más que el espíritu envuelto en una cobija de coraje…
Fluye la violencia silenciosa, normalizada, misógina. Una violencia que se escurre dentro de casa como el moho, en uno de los estados con mayor caso de feminicidios del país y altos índice de violencia doméstica…
Pero dentro de todo, en estos últimos tiempos, fluyen también los encuentros y la posibilidad de sanar desde adentro para afuera a la Amazonia, y todo lo mujer que ella es.
Como migrante, puedo sentir la prisa de la mujer brasilera por atrapar el tiempo en todo lo que tiene que hacer para ser fuerte: madre, trabajadora, militante, socialmente activa y perfecta, amiga, hija, ama de casa… abriendo paso en esta sociedad para manifestarse como la Diosa que es, o aquella que olvidó que era. Hay un grito guardado en todas nosotras por estas tierras.
Como venezolana, vengo de una larga y digna lucha de la que salimos victoriosas de muchas batallas pero ahora, quienes tuvimos que migrar forzadamente sabemos que no queremos luchar más, queremos ser dignas por derecho porque ya lo hemos peleado todo.
Se tiene la idea de que por esta frontera migraron los pobres, pero no es eso, es otro virus mucho más potente. Es una explosión. Migramos las brujas, migramos las arrechas, las valientes, las que atravesaron las tormentas de las crisis con creatividad y alegría, las que nos reímos de nosotras mismas llorando y abrazándonos todo al mismo tiempo, las que gritamos con fuerza, las que no nos dejamos joder y ahora, nos estamos juntando y somos imparables. Somos una medicina para esta tierra y esta tierra es una medicina para nosotras.
¿Y cómo estoy tan segura?
Estoy segura porque lo estoy registrando: en cada Círculo de Mujeres donde nos abrazamos (1), en cada Oficina de Performance donde nos soltamos (2), en cada evento musical que bailamos (3), al final de cada aula de yoga cuando nos vemos a los ojos y sonreímos, en cada noche donde soy el apoyo de una mujer brasilera maltratada, en cada mañana donde una mujer brasilera me sostiene. Estamos hablando de sangre, estamos riendo de ellos, estamos llorando abrazadas, estamos gritando de gozo, estamos haciendo nuestro propio tiempo, estamos contagiando a otras mujeres, estamos, estamos.
Y de a poco, esta locura, la pandemia, la migración, va desnudando nacionalidades, se teje el portuñol, nos hace más fuertes, más soberanas, más gozosas y vamos aquietando el andar, regresando al ritmo de la Madre, de la naturaleza, de la Amazonia. Contra la fuerza bruta del enemigo, del enemigo capital, del enemigo silencioso, nosotras, estamos haciendo red.
Referencias fotográficas
1.Círculo de Mujeres de la venezolana Auristela Heredia @auristelar.tantra
2. Oficina de Performance Génova Alvarado @genovavzla
3. Celebración del San Juan venezolano https://www.youtube.com/watch?v=7PCmDoivL78