La tragedia de la Amazonía como forma de cercamiento epistemicida sobre las mujeres cuerpos-territorios
Texto por Liliana Buitrago, del Observatorio de Ecología Política de Venezuela.
Foto por Lara Otero.
Los incendios recientes en la Amazonía han generado que la opinión pública se vuelque al análisis de varias dimensiones de esta tragedia socioecológica. En primer lugar, hacia la explicación de la importancia de esta área geográfica concreta para el planeta en términos ecológicos; en segundo lugar, hacia las consecuencias de la instalación de lógicas extractivistas criminales bajo regímenes neoliberales criminales como el del presidente Bolsonaro, cuyas nefastas consecuencias cuestan la vida a millones de pueblos y a la biodiversidad del planeta; y en tercer lugar, a la visibilización del cambio climático como una realidad que atraviesa el presente y la reproducción de la vida toda.
Sin embargo es poco lo que en términos de sostenimiento de la vida – y de su reproducción – se señala cuando a pesar de ser cerca de un millón, se invisibiliza que en la Amazonía viven pueblos, hombres y mujeres que han sido acorralados en sus territorios por el fuego como una forma de cercamiento epistemicida. Incluso tal deslegitimación ha llegado a sugerir que son los causantes de un incendio de tal magnitud. En resumen, la víctima puesta como victimaria.
Cuando se señala el hecho como cercamiento epistemicida [1], puntualizamos que se busca la aniquilación de saberes y conocimientos – que son externos al marco monocultural del conocimiento científico moderno [2]- que en medio de la encrucijada vida o muerte en la que el cambio climático nos sitúa son la posibilidad de supervivencia y sostenibilidad de la vida de todo el planeta. Quedó demostrado que no hay tecnología moderna posible que pueda evitar el avance de las consecuencias de muerte que el capitalismo nos impone. Los pueblos indígenas amazónicos ante los incendios quedaron cercados en áreas protegidas, que por cierto son cada vez menos, o desmovilizados sin territorios, invadidos por la cultura extractivista – maderera, minera, militar- afectados por enfermedades, despojados de sus derechos políticos como ciudadanos y criminalizados.
La flexibilización de los gobiernos vinculados – Brasil, Bolivia, Venezuela, Paraguay – hacia el avance de las fronteras de extracción y despojo ha traído como consecuencia el deterioro de una de las reservas espirituales y de saberes para la vida más importantes del planeta.
El fuego es una práctica cultural
Hay una corriente de opinión que busca la mitigación de lo ocurrido presentando los incendios como algo frecuente y natural y que inculpa a los pueblos indígenas amazónicos desviando la atención de las condiciones de despojo capitalista patriarcal al que son sometidos estos pueblos.
El desconocimiento, criminalización y deslegitimación constante de quienes siendo aproximadamente el 5% de la población mundial protegen las reservas de vida que nos podrían permitir afrontar el cambio climático y la crisis global es una constante.
El fuego ha sido utilizado ancestralmente para el manejo de la tierra como práctica de manejo sustentable del fuego por parte de los pueblos indígenas, además de forma de relacionarse con la naturaleza en un acto constitutivo de su identidad [2]. Eso no es penalizable, no es causa de estos incendios recientes y al contrario, es parte de una práctica de resiliencia.
Resiliencia cognitiva
La resiliencia de estos pueblos tiene su base en saberes y valoraciones sobre la naturaleza que les ha permitido sobrevivir y sostener la vida. El uso sostenible del fuego es una práctica cultural de conocimiento de la vida, ergo la naturaleza.
El avance de este ecocidio lento sobre la Amazonía con un carácter epistemicida tiene su origen en formas capitalistas y patriarcales de relación con la naturaleza – como la cosificación, mercantilización y necesidad de posesión sobre la naturaleza – que han ocasionado deforestaciones en este territorio y que al modificar los ciclos ecosistémicos hacen a esta área vulnerable por las sequias. De esta manera lo que ha sido una práctica de resiliencia fundamental para la reproducción sociocultural de los pueblos amazónicos queda limitado e imposibilitado, representando una pérdida de experiencia cognitiva constituyente para alrededor de 400 pueblos amazónicos.
Saberes sobre medicina, relacionamientos para la reproducción, conocimiento sobre formas de trabajo, consumo y arte para la vida, manejos de tiempos cíclicos no escindidos de los naturales, entre otros saberes y conocimientos – hoy saberes de resiliencia – están en proceso de exterminio por parte de los intereses corporativos mundiales que más allá de la bioprospección y biopiratería para su mercantilización hoy plantean su aniquilación.
Enfrentamos un cercamiento epistemicida a lxs protectorxs y guardianxs de los saberes y conocimientos del planeta que nos puede costar la posibilidad de vivir a todxs.
La mujer-cuerpo-territorio en el centro
Otra de las dimensiones pocas veces visible y lamentablemente lejana es el hecho de que las principales afectadas por los conflictos en la Amazonía son las mujeres. Los cuerpos-territorios de las mujeres se encuentran hoy como nunca afectados por la deforestación, el extractivismo, la agroindustria, la bioprospección y biopiratería. Es por lo tanto urgente señalar que la violencia territorial es violencia contra las mujeres y sus cuerpos, cuerpos-territorios.
La escisión humanidad-naturaleza del pensamiento colonial, racista patriarcal moderno sitúa a la humanidad alejada y en posición de dominación por sobre la naturaleza, sin embargo, esta es una visión androcéntrica y por ellos deberíamos corregir: al hombre por sobre la naturaleza. Por muchos siglos las mujeres y la naturaleza fueron consideradas en el mismo orden de valoración inferior y de allí que la dominación de los hombres sobre las mujeres haya sido naturalizada y extendida por tanto tiempo. Se busca poseer al cuerpo de la mujer como al territorio.
De igual manera, toda tarea destinada al cuidado de la vida es feminizada, por lo tanto y bajo esta lógica es también inferior. Si no, pensemos cómo no es sino hasta confrontarnos con una tragedia como la pandemia por la covid-19 que se hace masivamente visible la inequidad sufrida por lxs trabajadorxs de las profesiones de los cuidados, en su mayoría mujeres.
Comprender esto permite entender tragedias como los feminicidios, el asesinato a líderes comunitarios y activistas socioambientales y la amenaza permanente sobre los procesos de comunidad donde el cuido es colectivizado, perpetrados en el deseo de dominación de nuestros cuerpos-territorios. Si a esta dominación agregamos la racialización, las mujeres indígenas son aún más afectadas.
Sin embargo, voces de muchas activistas indígenas sigue levantándose en diversos casos por la revocación de concesiones, el retorno de tierras a comunidades indígenas y el cese del ecocidio-epistemicidio de la Amazonía. En todo el territorio amazónico las mujeres siguen siendo las guardianas y defensoras de la palabra, enraizadas en la tierra y en los elementos son las guardianas de una enorme cantidad de secretos y conocimientos para nuestra subsistencia hoy amenazada.
Como feministas no podemos abogar por la justicia para todxs sin considerar que la lucha por la justicia social no puede ocurrir sin justicia ambiental. Como feministas no deberíamos en el deseo de valorizar y legitimar nuestras feminidades dotarnos de la racionalidad colonial que nos separa de la naturaleza. Es decir, si para empoderarnos en lo social debemos dotarnos de la racionalidad androcéntrica que nos separa de la naturaleza para dominarla, deberíamos por la defensa de la vida renunciar a ello y denunciarlo.
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*Parte de este trabajo ha sido publicado en el Observatorio de Ecología Política de Venezuela
[1] Una episteme es una forma de entender e interpretar al mundo y que se constituye en una verdad. La sociedad moderna ha privilegiado a la ciencia entre las diversas formas de entendimiento del mundo, al punto de anular cualquier forma de conocimiento-saber que no sea este último.
[2] Para profundizar sobre estos modos de reproducción de deslegitimación racional que anulan la diversidad de saberes desde la ciencia consultar el texto Descolonizar el Saber, Reinventar el Poder de Boaventura de Sousa Santos (2010).
[3] Algunos trabajos como los de Iokiñe Rodríguez pueden dar orientaciones de estas relaciones. Ver por ejemplo el trabajo: conocimiento indígena vs científico: el conflicto por el uso del fuego en el parque nacional Canaima, Venezuela. Disponible en:
Para profundizar es este tipo de conflictos en Venezuela puedes leer: Uso del fuego parque nacional Canaima Estado Bolivar